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Terminada mi tesis compré mi boleto de avión Manchester-Frankfurt-México y tomé la decisión de comprar un billete redondo.
Llegado el día, después de un buen rato de travesía, por fin llegué a México un poco antes del día de la Independencia. Hacía un año exactamente que celebraba en París las fiestas patrias, pero en esta ocasión la pasé en casa (o tal vez mejor dicho, en casa de mis padres) y sin mayores festejos que sintonizar la televisión unos 15 minutos para ver el Grito e irme a dormir.
Luego, pasaron casi tres semanas antes de que llegaran las visitas europeas y junto con Luis paseamos por 20 días. Vistamos San Miguel de Allende, Tequisquiapan, Teotihuacan, Malinalco, Tula, Puebla, Veracruz, Catemaco, Palenque, Agua Azul, San Cristobal de las Casas, Tuxtla Gutiérrez, Oaxaca y el DF (sin contar el chorro de pueblos por los que pasamos y nos detuvimos a comer, estirar las piernas, tomar la foto o usar los baños).
Terminó el tour por México, pero antes de seguir con la historia y pasar a lo que ocurrió después, platicaré lo que pasó el primer fin de semana que estuvieron aquí mis visitas europeas. Resulta que Chucho y Vic al saber que estaba de regreso y que había traído a Jess y Katrin de paseo, me hablaron para organizar una salida de sábado por la noche. Coordinamos vernos en la cantina "La Hija de Moctezuma" y para cuando llegué ya estaban muy en ambiente. Así que bailamos y platicamos un rato en el lugar para después irnos a la salsa en el "Meneo", pero no llegamos muy lejos pues a penas a medio camino, cambiaron los planes.
Venía manejando el Jetta verde, seguido por Vic en su Chevy y Chucho al final en su Escort. Casi al llegar al crucero de Benjamín Franklin y Revolución, frené al ver la luz ambar, se escuchó el rechinón de llantas del Chevy y Chucho desde atrás observa una mata de pelo negro agitándose violentamente hacia adelante. Bajamos a estimar el daño que aunque para el Jetta no ocasionó más que una leve raspadura, para el Chevy si repercutió en la parrilla, el cofre, un faro y el radiador dañados. Ninguno de los tripulantes resultamos lastimados más allá de un tirón de cuello de la inglesa, pero obviamente los ánimos de fiesta se agüitaron (para algunos) y así los del Jetta mejor regresamos a dormir. Sin embargo, Vic y Chucho no perdieron las ganas y siguieron la fiesta. Hasta ahí ya resultaba el hecho una anécdota entretenida, pero lo que nunca me hubiera imaginado es que aquella noche era el principio de lo que por poco termina en tragedia. Resulta que Chucho se pensaba casar.
Así es, la noche del percance automovilístico arriba relatada, Chucho y Vic se fueron de fiesta y fue entonces cuando Sandra, la novia de Vic le presentó al pobre Chuchito a la que tres días después sería su prometida. Todo fue tan rápido que nos fuimos de viaje por la República y a penas regresando tres semanas después, ya estaba la boda planeada para diciembre. De lo que a la mera hora pasó, me enteré mediante el siguiente mensaje.
En fin. Después del viaje por México y enterado de que mi amigo estaba comprometido, comenzaron los arreglos para el regreso a Inglaterra. Como no había mucho que arreglar me la pasé un par de semanas de flojo, pero pasado mi cumpleaños y mi operación de las muelas del juicio, estaba listo para regresar al Viejo Mundo en busca de un trabajo. Así empezaba mi segunda estancia en Sheffield.