Saturday, December 15, 2001

(Re-Publish) Xmas

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La última vez que escribí algo para esta página fue a mi llegada a estas tierras. Me estaba acoplando al lugar y relataba mis primeras impresiones. Desde entonces han pasado casi tres meses y me siento más habituado a mi vida por acá. El inglés inglés se vuelve poco a poco más comprensible y los nudos en mi lengua se van cada vez haciendo menos evidentes. He conocido más y más gente, reacomodé mi cuarto, me compré una guitarra y unas bocinas para la computadora. Soy un asiduo concurrente a las clases y fiestas de ritmos latinos que organiza la Sociedad de Salsa y Merengue de la Unión de Estudiantes. Me he convertido en un excelente cocinero de comidas enlatadas, congelados y take-aways. Lavo mi ropa, la seco y la guardo (todavía no me he visto en la necesidad de plancharla y creo que todo sigue aguantando así unas cuantas puestas más). Casi todos los jueves frecuento el Fuzz Club, donde he visto grupos en vivo de Ska, Indie y Rock. Hago mis compras de  supermercado cada semana. Y además de todo lo que he dicho y lo que se me pudiera estar olvidando, incluso me da tiempo de ir a clase, hacer mis tareas y estudiar.

En pocas palabras me la he pasado muy bien y se puede decir que he disfrutado bastante la primera parte de mi experiencia por acá. Seguramente el siguiente semestre será mucho más duro y quizás no tendré tiempo de seguirla pasando tan bien como hasta ahora, pero lo bailado nadie me lo quita. Así que pongo algunas fotos con sus respectivos comentarios a manera de resumen de lo que he visto y de lo que he andado haciendo en este tiempo:

Saint George, como se ve, era un iglesia, pero ahora es un dormitorio justo enfrente del edificio donde tomo la mayoría de mis clases. Nunca he entrado y no sé cómo es por dentro, pero siempre he tenido el morbo de que me hubiese tocado la suerte de vivir ahí. Me imagino todas las mañanas despertando en una ex iglesia, abriendo mi ventana que da al cementerio y saliendo a toda prisa para tan sólo cruzar una calle y estar ya en clase.
El 8 de diciembre visité el mercado navideño de Lincoln. El pueblo me pareció bastante lindo y aunque estaba todo llenísimo de gente, tuve la chance de probar mulled wine, roasted chestnuts y Reibekuchen. También fue ahí donde primero ví esos ramilletes de bolitas blancas y me platicaron acerca de la tradición del mistletoe. En la foto: Luis, Helen, Claire, Nina y Yoni.

Hablando de tradiciones navideñas, el par de mexicanos de acá arriba platicábamos de lo que es una posada y por supuesto una piñata. Entonces se le ocurrió a la ocurrentísima Nina que para su fiesta de Navidad nos tocaba a los mexicanos hacer una piñata. ¡Claro! ¡Por supuesto! ¡Excelente idea! Pero cuando vimos que iba en serio, no me iba a zafar tan fácilmente, pues ya había dicho que sabía hacerlas y ahora querían una "pihniate" (así es como se dice piñata en inglés, me imagino).

Desempolvé entonces mis conocimientos de escuela primaria, compré lo necesario, hice un engrudo al segundo intento (el primero se me quemó) y tomé mi papel de artesano piñatero. Invertí más de 5 horas de trabajo y al final me sentí orgulloso de mi bebe. Muchos dirían que mi "pihniate" no llegaba ni a los talones de  las originales mexicanas, pero les aseguro que el resultado de mi esfuerzo es la piñata más hermosa que yo y mis amigos europeos jamás hayamos visto.
Llegó el momento de romper la piñata y nos vieron como bichos raros a los mexicanos que traían estas ideas de ponerse una cinta en los ojos, dar vueltas y con un palo intentar romper el "pihniate", pero accedieron a intentarlo y hasta algunos terminaron cantando: "Dali, Dali, Dali... (serie de balbuceos inentendibles)... mino". Finalmente rompieron el "pihniate", pero no fue fácil hacerles entender que las mandarinas, dulces y chocolates estaban buenos, eran de regalo y tenían que acercarse a recogerlos.
El día de mi cumpleaños hicimos una pequeña reunioncilla en la casa. Estuvimos los 8 inquilinos, las novias de dos de ellos, Nina, Helen, Barbara, Helke y demás. Bailamos, platicamos y nos tomamos el tequila que traje cargando desde México. En la foto y Rob, Luis, Olu y Yoni y aquí, una liga a un collage de fotos que en su mayoría tomamos ese día.
Todos los días, en mi camino a clases, paso por enfrente de Firth Court. Me parece son las oficinas principales, aunque bien a bien, no sé de qué son pues sólo he entrado un par de veces. Una para registrarme y otra para una recepción que dio el rector a los estudiantes extranjeros de posgrado. La foto la tomé en otoño cuando la enredadera y el árbol aún tenían hojas.


Sunday, September 30, 2001

(Re-Publish) Sheffield 2001

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Había resultado muy fácil llegar a Paris y con esa idea programé el despertador para al día siguiente despedirme. Sólo habría que caminar unas pocas cuadras, tomar el camión y llegar al aeropuerto, pero faltaban por considerar otros detalles:
  1. Salí el último viernes de parranda, regresamos en el Noctanbus de las 3:30am y terminé acostándome pasadas las 4am.
  2. No escuché el despertador que había ya programado y se me hizo media hora más tarde de lo pensado. De no haber sido por el despertador emergente que se le ocurrió a mi anfitrión programar, me hubiera quedado otra semana en Paris.
  3. Las cuadras que había que caminar para llegar a la parada del camión estaban de subida. A diferencia de como lo había hecho en el aeropuerto, ahora no tenía carrito donde subir el equipaje y el trayecto completito lo tenía que hacer jalando las maletas. Alrededor de las 7 de la mañana y después de acarrear el equipaje unos 300 o 400 metros, estaba ya bañado en sudor y sin aliento, pero finalmente en la parada del camión. Una vez más, de no haber sido porque el Top me echó la mano jalando una de las maletas, me hubiera quedado otra semana en Paris.
  4. El camión habría de llevarme al aeropuerto, pero recorrería todas las terminales dejando la mía al último.
  5. La cola para documentar equipaje en British Airways era kilométrica.
  6. El aeropuerto Charles de Gaulle, a diferencia de Orly, estaba vuelto loco por el atentado terrorista. Revisiones exhaustivas y más filas kilométricas.
  7. Había olvidado que el correr por aeropuertos con mi “maleta de mano” no era nada fácil. De hecho, tanto era el peso de mi maleta de mano que llegando a Manchester se rompió una de las asas de donde se agarra. También se rompió el asa de la maleta más grande que traía, pero debo decir que tuve suerte en que se rompieran hasta llegar a Manchester y no durante mi acarreo por las calles parisinas.
Aunque yo le decía al Top que no se molestara y que no pusiera el otro despertador, que no se molestara y que yo podía jalar mi equipaje, sí terminé necesitando de su ayuda. Pensando más sobre el asunto pude concluir que el verdadero motivo del auxilio de mi amigo era su urgencia de que su humilde servidor dejara de gorrearle y se fuera cuanto antes.

Ya en Manchester un camión de la universidad me llevó a mí y a otros 15 o 20 estudiantes hasta el lugar donde se debían recoger las llaves de la casa. Firmé algunos papeles, me dieron algunos otros y me pidieron un taxi que me llevaría a Crookesmoor Road 432.

  

Ésta es mi casa arriba del cerro y mi cuarto es la ventana doble de arriba a la derecha. Subes las escaleras, abres la puerta, volteas a la izquierda y así es como se ve más o menos. Es amplio y tiene buena luz de día, pero todavía me faltan algunas cosas para sentirme completamente a gusto. Por ejemplo, en la foto se ven un montón de cosas sobre el escritorio y lo que pasa no es que sea un marrano, sino que simplemente no tengo dónde acomodarlas. Ya me estaré comprando algún otro mueble y una lámpara de escritorio, para más adelante poder sentarme a leer con buena luz de noche.

Y digo es mi casa en el cerro pues literalmente está arriba de un cerro. No conozco todavía bien la ciudad y no he andado más que por el rumbo de la universidad, pero en general todas las calles están de subida y de bajada. Por ejemplo Crookesmoor Road está de bajada cuando voy de mi casa a la universidad, y West Street está de subida desde el centro de la ciudad hacia la escuela. Entonces, les decía que mi casa está arriba de una de las cordilleras que atraviesan la ciudad.

La cocina, el comedor, los dos baños y las dos regaderas son áreas comunes y las comparto con los compañeros de casa. Parece chiste, pero había una vez una casa con un chino (Fan Lu), un griego (Manos Kardamylas), un nigeriano (Olu Bolumole), tres ingleses (Graham West, Dominique Rousseau y Robert Adams) y dos mexicanos (Luis Fernández de Córdoba Miranda y Yoni). Dos son estudiantes de leyes (uno de maestría, otro de carrera), un estudiante de medicina (carrera), uno de arquitectura (maestría), uno de ingeniería de control (maestría) y los demás relacionados al área computacional (los tres de maestría). El más joven de 22 años y el menos de 28.


La foto de arriba no es un comercial de United Colors of Bennetton, ni tampoco de ayuda a los niños de UNICEF, es la prueba de que todo el párrafo anterior es la verdad. Estamos en el comedor de la casa  un sábado a las 7 de la noche de derecha a izquierda: Dom, Graham, Rob, Luis, Manos, Yoni, Fan y Olu.

Dos fotos más, la cocina de la casa y lo que veo algunas mañanas cuando abro las persianas y se tiene el inusitado acontecimiento de un día soleado sobre el piso mojado.

Sunday, September 23, 2001

(Re-Publish) Paris

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Mi vuelo llegó a Madrid alrededor de las 13hrs y tuve que correr para pasar migración, tomar un camión y llegar a la terminal de donde saldría el avión que me llevaría a Paris. Originalmente tendría tiempo suficiente para hacerlo, pero la hora de retraso en México me puso a correr, aunque en vano pues el vuelo de conexión también estaba retrasado.

Considerando el atentado de hacía dos días, hasta ese momento las medidas de seguridad por las que había tenido que pasar no estaban fuera de lo común. Exceptuando la revisión de mis maletas al entrar al estacionamiento del aeropuerto internacional Benito Juárez, todo normal. Detuvieron el coche, pidieron abriera la cajuela, echaron un ojo a lo que traía y con sólo palpar mis maletas, sin tener que bajarlas del coche y sin tener que abrirlas se dieron cuenta de inmediato que el contenido de mi equipaje no representaba peligro alguno para el avión. En Madrid los oficiales de migración tampoco hacían gran cosa y sólo se dedican a poner sellos. Tal vez no les han informado a los gallegos que se tienen que fijar que la foto en el pasaporte corresponda con la cara del viajante. Aún más curioso fue Paris, pues al llegar al aeropuerto, recoger mis maletas y caminar un poco, me di cuenta que ya estaba en la calle. En fin, me imagino que cuando uno llega a Paris desde algún otro país de la comunidad europea, no hay ya que pasar el trámite migratorio.

Así que una vez llegado a Paris y una vez recuperado mi equipaje, cambié unos pocos de dólares por francos y me formé en la fila de los taxis. Por experiencia previa sabía que existe un autobús que te lleva del aeropuerto a la ciudad, pero considerando lo cargado estaba de equipaje preferí formarme en la fila los taxis hasta que vi pasar el primer camión. Mi dialogo interno: “Seguiré esperando taxi… Mejor me voy en camión… Mejor en taxi… En camión es más barato… En taxi es más fácil…”

En fin, resultó que al ver pasar el primer camión a Paris y verlo casi vacío, decidí dejar la fila de taxis y unirme a la de camiones. No pasó nada. No se asusten. No se decepcionen. No se emocionen. No me caí, ni perdí las maletas. No hay más anécdota y aún con tanto equipaje, no fue ningún problema tomar el Orlybus a Paris y ya en la ciudad tomar un taxi a casa del Top.


En la foto, el Top es el de la derecha con la bandera enrollada. El Top abraza a Alida, su prima. Entre Alida y Yoni está una chava ecuatoriana. Arriba de mí, Yessica una chava del TEC. A su derecha Kashif Javed (un paquistaní que trabaja con el Top). Hasta la izquierda Daniela, la novia del Botas. El Botas es quien está tomando la foto y quien también salió del TEC y trabaja con el Top. El chavo haciendo la seña de amor y paz y la chava a su lado… nadie supo.

Esta foto la tomamos el 16 de septiembre en la fiesta que organizó la embajada mexicana. Fue uno de los pretextos para que visitara al Top antes de llegar a Sheffield y como se ve, nos la pasamos muy bien. Llegamos a la fiesta un poco tarde, justo al momento en que estaban terminando de dar el grito y empezaban con el himno nacional. Hubieron mariachis, un grupo de salsa, antojitos mexicanos y cervezas mexicanas (las cervezas costaban 20 francos que para el estándar de antros franceses es muy barato). De la gente, varios mexicanos pero también un chorro de franceses.

La mejor manera de conocer Paris es a pie. Se puede tomar el metro o el camión cuando se tiene algo muy particular planeado para hacer y no se quiere perder el tiempo en llegar hasta ese lugar. Si sólo se quiere turistear lo mejor es mirar el mapa en la mañana antes de salir de dónde sea se está uno hospedando, planear un recorrido y caminar y caminar. Es más, si se sale a caminar y no se mira el mapa más que en la mañana y simplemente se camina y se camina dejándose uno llevar, las sorpresas son más gratas. Así que sólo caminé sin tener fijado ningún destino en especial y las cosas fueron saliendo por sí mismas poco a poquito. Me refiero a que en Paris no es mucha la distancia que separa cada bonito edificio, de alguna plaza, un monumento o hasta quizás el lugar a dónde originalmente planeabas llegar.

Para llegar a Fontainebleau, se puede tomar alguno de tres trenes que pasan por el pueblo y una vez en la estación de trenes se toma un camión que te deja en la entrada del palacio. Salí de la Gare de Lyon en Paris y compré un paquete de 130 francos que incluía el tren y camión de ida y regreso, la entrada al castillo y una audioguía. En cuanto a distancia, Fontainebleau es análogo a lo que sería Cuernavaca del DF, pero incluso me parece está más cerca, pues el tren a penas hizo 45 minutos. Hay trenes saliendo aproximadamente cada hora y es la tercer parada después de Paris donde se debe uno bajar.

 

Llegué a la estación de la pequeña ciudad, tomé el camión que atraviesa el pueblo, recogí mi audiguía y caminé más de 4 horas por los jardines y el castillo en sí. No es un lugar tan impresionante como Versalles, pero como se ve arriba sí se trata de un lugar muy bonito y lleno de historia. Pasaron por ahí Francisco I, Enrique IV, Luis XVI y Napoleón. Tienen el que me parece es el único salón del trono que queda en Francia y también una recámara que ha pertenecido a todas las reinas de Francia a partir de no recuerdo quién.

Luego, la foto de aquí abajo la tomé el jueves que llegué y salí a cenar con el Top a una plazuela que está muy cerca de la iglesia del Sagrado Corazón, en donde además de restaurantes hay pintores, vendedores y uno que otro músico. Esta vez no me tocó ver mucha gente en la calle y tampoco todo ese folclor callejero, quizás porque era de noche o quizás porque estaba haciendo frío.


De hecho, el clima que me tocó en Paris fue bastante malo. Exceptuando la tarde del segundo jueves y todo el segundo viernes, siempre estuvo nublado, con frío y a veces hasta lloviendo (segundos jueves y viernes pues llegué a Paris un jueves y me fui a Sheffield el sábado de la semana que siguió). Incluso me dio un poco de gripa. Entonces muchas de las fotos que tomé salieron un tanto grises, pero el jueves que salí del museo de Orsay, el cielo había abierto y estaba viéndose un atardecer increíble. Crucé el Pont Royal hacia Louvre y a la mitad del puente, tomé esta última foto de mi semana en Paris.


Sunday, August 12, 2001

(Re-Publish) Real de Catorce

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Juan "Quiriquí" es un niño de 13 años que vive en este curioso pueblo entre montañas. Nació en Real de 14 y al igual que sus papás y abuelos de seguro vivirá ahí toda su vida. Hoy lunes tendrá su primer día de clases en la secundaria y con con él asistirán otros cuarenta niños que hace dos meses terminaron juntos la primaria. Le pregunté de su casa, de sus papás, de su amigo Carlos y cuando Juan me platicó de su escuela, la situación se prestaba a que le preguntara qué querría ser cuando creciera, pero no me atreví. No hubiera sabido qué comentar o responderle. A ver si después de lo que sigue me hago entender.

Para llegar a Real de 14 primero se pasa por Matehuala que está a mitad de camino entre la ciudad de San Luis Potosí y Saltillo. De ahí se toma una desviación a Cedral y poco después empieza un camino empedrado como de 20km. El camino está aceptablemente bueno, pero el empedrado puede dilatarte un rato en llegar y de seguro terminarás con una buena temblorina. Sin embargo, el paisaje lo vale y finalmente cuando llegas al famoso túnel de entrada se te olvida el dolor de cabeza.

Sé que el Túnel Ogarria no es la única forma de llegar a Real de 14, pero sí sé que es la más viable. A menos que se quiera subir y bajar el cerro a pie, caballo o mula. O también siempre se puede uno colar en un vagón de alguno de los trenes de carga todavía llegan a la estación del Real y luego caminar (pues la estación en realidad no está nada cerca del pueblo). De entre las opciones preferí llegar en coche, después de esperar el turno de los que entran, pues es de saberse que por el túnel sólo pueden pasar coches en un sentido y la verdad es de alabar a los conductores de autobús logran meter sus vehículos por tan estrecho agujero.

En fin, el pasar por el túnel es como dejar detrás el mundo común y corriente, al que estamos acostumbrados y entrar en otro diferente. No sé dónde ni cuándo quedó perdido en la historia Real de 14, pero eso no impresiona. Lo impresionante es ver a su gente no darse cuenta que su pueblo está casi muerto y ver cómo le arrancan vida de no sé dónde. ¡Eso es lo bonito del lugar! Si se buscan ruinas o instalaciones vacacionales a todo lujo, la mayoría de los turistas sólo se llevarán la impresión de un pueblo que huele a caca de caballo.

No sé de la historia de Real de 14 y lo que escribo se limita a lo que vi, lo que oí y lo poquito que había leído antes de mi visita. Aún sigo sin saber mucho de qué es lo que allí pasó, pero después de platicar con la señora me vendió mi saco, pensé que si no hay nada tan malo que no se pueda poner peor, tampoco lo hay tan malo que pudiera nunca haber estado peor. Así, me hizo pensar la señora que abusando de mi frío me vendió un saco de lana en $400. Lo que no pagué y me gustó más fue la plática me regaló la veterana vendedora.


Platiqué con ella cerca de una hora en lo que dejaba de llover y según me contó, ahora Real está muy cambiado. Antes no había luz, ni agua, ni camino empedrado hasta el túnel. Antes para llegar a Matehuala se hacían dos días de camino. ¡Antes era más tranquilo! Y se lo creo, no hay más que ver la cara de los niños que al llegar me llevaron al "hotel". Parecía haber sido la primera vez que esos niños se subían a un coche. Haberlos visto discutir quiénes se subían y quiénes me llevaban. Haberles visto la sonrisa mientras manejaba por las callecitas. Quizás estoy exagerando, pero es un hecho que no ocurre con frecuencia el que esos niños se suban a un coche.

Una de las tres hermanas de Juan "Quiriquí" trabaja en el Mesón de la Abundancia. Este Hotel Restaurante ocupa el lugar de lo que antes era la Tesorería de Real de 14, así como el edificio de enfrente antes era la casa de moneda y ahora me dicen que es la prepa del pueblo. Podría recomendar el Restaurante como un lugar agradable para tomarse una cerveza y de hecho, así lo hice la noche que llegué, pero por lo que comento del lugar es por lo que allí percibí a la mañana siguiente.

Resulta que se me antojó tomar un jugo de naranja antes de hacer mi visita al pueblo fantasma (las ruinas de lo que fue otro pueblo como 2km arriba en la montaña). Entro al Mesón de la Abundancia, las mesas están llenas y le pido a una señorita me traiga un jugo. Me ofrece asiento en un salón a parte, pero al oírla un cocinero interviene y me invita a tomármelo con ellos en la cocina. Conocí a Rocío, Reyna y Hugo (éste último fue quien me invitó). Me acogieron con gran hospitalidad y me preguntaban y me vacilaban y finalmente ni me quisieron cobrar el jugo. A lo que voy es que cuando me iba decidí tomar la foto del recuerdo. Tomé la foto y cuando se las enseñé en la pantalla de la cámara noté en ellos parte del asombro que había notado en los niños llevé en mi coche el día anterior.

Pero eso fue muy poco asombro en comparación a cuando visité el panteón y conocí a Theodor, un chavo como de mi edad. De hecho él me tomó la foto. No platiqué mucho con él y aunque me resultó muy callado, se mostró muy amable al repetir la toma hasta tres veces. La primera vez no salió el flash, a la segunda me estaba yo cayendo con los cactus del lugar y finalmente la tercera salió bien. Lo curioso de Theodor es que nació en 1900 y murió a los 22 años (quizás por eso no me platicaba nada).

Palabras más, palabras menos, así es Real de 14. Pareciese tan lejos de mi mundo y sin embargo, pudiera ser que Juan "Quiriquí" no sea tan distinto a mí. Quizá el también quiera ser ingeniero. Debí haberle preguntado.

Tuesday, July 24, 2001

(Re-Publish) Huasteca Potosina

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Viernes 20 de julio 2001, luna nueva: Un grupo de 12 individuos salen de la ciudad de Aguascalientes por la carretera México 70 hacia Ciudad Valles. El grupo estaba formado por gente de diversas etnias, costumbres, gustos y edades. Por un lado, como representantes de Zacatecas teníamos a los 3 Omares; desde Morelia el jalisquillo moreliano (Edgar) y las tres Karlas ; del hermoso puerto de Tampiiico Nora; de Termohidrometrópolis Ana; desde la cosmopolita ciudad europea de Coatza Víctor; y por último de la bonita ciudad capital, México Distrito Federal, Laura y su servidor. Y así pues, nos embarcamos en la aventura de manejar 433 kms previstos para ser recorridos en alrededor de 6 hrs.

Por fin llegamos a Ciudad Valles y poco más tarde al Hotel San Fernando. Del hotel y aquella noche no hay mucho que comentar. Quizás tal vez sólo la cena que en lo particular disfruté bastante, pues después de tantas horas de camino no sé si las entomatadas y la cecina estaban así de buenas o cualquier piedra me hubiera sabido tan rica. Después de la cena, ¡a dormir!

Sábado 21 de julio 2001: Nos habría de recoger el guía a las 10 en el hotel, pero después de algunos retrasos salimos como a las 11. Nos dirigimos hacia el sur para llegar a Xilitla y visitar el castillo de Edward James. Según nos dijeron ese millonario inglés era hijo ilegítimo de Eduardo VII rey de Inglaterra. El excéntrico millonario, recomendado por su amigo (¿"íntimo"?) Plutarco, decidió comprarse unas tierritas en la huasteca, construirse ahí su casa y llenar su propiedad de muchos animales que ahí soltaba.

Está todo construido entre la selva con escaleras, columnas, arcos, anillos y demás decoraciones sin un verdadero sentido práctico. Se supone que el cuate pensaba el hombre se debe adaptar a la naturaleza y no al revés. Por eso se ven tantas estructuras en medio de nada, tantas áreas abiertas y tan pocos salones techados.

Conocimos el Castillo y nadamos en las pozas donde Edward se paseaba desnudo rodeado de exuberante flora y fauna.


Después de la visita, fuimos al pueblo de Xilitla en donde comimos unas enchiladas Huastecas y un refresco que incluían nuestro recorrido. Vimos por afuera un antiquísimo convento y nos regresamos de nuevo hacia Ciudad Valles. A mitad del recorrido nos detuvimos en el pueblo de Aquismón donde nos esperaba nuestro vehículo para llegar al Sótano de las Golondrinas. Subimos en un camión de redilas y después de como una hora de camino alcanzamos la cima de la montaña.

El sótano es un tremendo agujero de 60 mts de diámetro y 530 mts de profundidad. Lo bonito del lugar además del paisaje en sí, es el ver llegar o salir a los pájaros que ahí hacen su nido. A nosotros nos tocó ver su llegada y realmente es impresionante. En primera, acercarte a la orilla para ver el fondo es ya una experiencia. Te acercas arrastrándote entre las piedras, te asomas y no ves nada más que negro.





Luego, de repente empiezas a ver nubes de pájaros que llegan y después de que dan unas cuantas vueltas se dejan caer en el abismo perdiéndose en la obscuridad. Estos pájaros, llamados vencejos, son de color negro así que una vez que se clavan no se percibe nada más que el zumbido de los mismos. También llegan periquitos y aunque su llegada es en un número mucho menor, es muy bonito el contraste entre su plumaje verde brillante y la negrura del precipicio. Además los periquitos bajan con mucho más estilo, volando en forma de espiral. En fin, me pareció un lugar increíble.

Regresamos a Aquismón, cantamos en el camino para el deleite del conductor, la guía y los demás tripulantes del camión, tomamos los coches y regresamos a Ciudad Valles. Se acabó el día, pero algunos todavía queríamos salir a conocer un poco de la vida nocturna de la ciudad, así que nos fuimos de fiesta. Terminamos en el Habana Café y después de romper un vaso, bailar y escuchar la improvisación de dos miembros del grupo (las primas Vega) acompañadas por su conquista de aquella noche, mejor nos regresamos a dormir.

Antes de aquel bar habíamos ido al "Salón Rojo de las Delicias del Mar" en dónde detalle curioso fue escuchar canciones como "El Número 11" y "Peor es Nada " interpretadas por la famosa banda de Luis Monroy. Por si no lo sabían, uno de los percusionistas de dicha agrupación acaba de cumplir 106 años y se destaca por la maestría con que combina los ritmos tropicales con un tremendo estilo que parece revolucionará la escena del rock 'n roll potosino. Incluso algunos críticos han dado un nuevo nombre a este ritmo y ya comienza a hacerse sonar el término Parkin Son para designar este nuevo género.

Domingo 22 de julio 2001: Cosa inaudita, estuvimos listos a tiempo, bueno casi, pero de nada sirvió pues los supuestos guías no llegaron a las 7 que habían quedado y ya casi veíamos el día perdido. Dieron las 9:30 y ya habíamos telefoneado e incluso buscado en la oficina a las personas éstas, pero nada. Finalmente, nos rescataron otros guías ofreciéndonos un paseo por la cascada Micos y un rapel en Mina Vieja.



Cascada Micos es una serie de cascadas de poca altura y lo que allí hicimos fue subir por un costado del río hasta el último escalón y de allí ir bajando con el río. Así es, ¡te avientas en la cascada!

El río es poco profundo y a la orilla de cada cascada te puedes parar en medio de la caída de agua y lanzarte. Para los que sufrimos de experiencias como esta en la que sientes el estómago se te sube hasta las amígdalas, no es muy recomendable, sobre todo el primer salto. En el primer brinco, al sentir el vértigo de la caída jalas aire mueves los brazos y de repente cuando llegas al agua, ése estar jalando aire te llena la panza de agua y ése mover los brazos te deja un buen golpe en el área de contacto con el agua (menos mal no abrí las piernas). Ya para los demás saltos agarras la onda que debes de soplar aire por la nariz y no debes mover los brazos de tus costados para evitar la parte gacha de esta experiencia.

Cascada Micos es impresionante, tanto por el lugar, como por la experiencia de tirate en la cascada. Tal vez un punto malo serían los nacos que incluía nuestro paquete, puesto que a la orilla de la última cascada se encuentra uno con el día de campo del chorro de nativos contaminadores.
Terminamos ahí y nos fuimos para hacer rappel en Mina Vieja. El lugar está más adelante de Micos y también para llegar ahí se necesita tomar un poco de terracería, pero no está tan feo y los coches pudieron subir casi hasta el lugar. La cascada está muy padre y el hacer rappel ahí, para muchos de nosotros fue lo mejor del viaje (yo no me puedo decidir sobre qué fue lo que más me gustó ya que cada lugar tiene lo suyo de especial).

Llegamos a la cima de la cascada, nos explicaron los básicos de cómo debíamos bajar, la seguridad y todo lo demás. Finalmente, empezamos el descenso, sólo que como eramos 12 principiantes la bajada tomó su tiempo y terminamos pasadas las 7 de la noche. La espera y el retraso bien valieron la pena de estar colgado como a 50 metros del agua y de bajar con el agua cayendo a tu lado e incluso cayéndote en la cara. La cascada es mucho más alta que las de Micos, pero no hay tantas caídas ni tan anchas como allá. Una gran ventaja del lugar es que está prácticamente virgen y casi pudimos disfrutar del lugar para nosotros solos.

Terminamos el rappel, llegamos al coche y regresamos a Aguascalientes. En el camino casi se nos queda un coche sin gasolina y nos agarró la noche todo el camino (de hecho para evitar quedarnos jetones y no arriesgar nada, mejor nos detuvimos para descansar 3 horas en un hotelucho de San Luis), pero nada importó pues el día y en sí todo el viaje estuvieron realmente padres. Para terminar, tres adjetivos de entre muchos que pudieran calificar el viaje:

Bueno para la salud si no se cuenta el riesgo de dejar embarrado en una piedra una parte de ti o tragar medio litro de agua por las narices (cosa que de hecho es casi inevitable), pero del modo que lo hicimos no pasa de pequeños raspones y buches de agua fría. El ejercicio y la respirada de aire puro sí cuentan como cosas buenas para la salud.
Bonito pues conocimos lugares realmente impresionantes que me sacaron de la rutina y me hicieron sentir (me reservo a describir cómo porque no está nada fácil describirlo y no hay más que vivirlo).
Barato pues por alrededor de $1000 pagué tres noches de hotel, los paseos, las comidas y la cooperacha para la gasolina del coche de Edgar.

Nota
Les agradezco a mis compañeros de viaje por aguantarme durante todo el recorrido y por haber compartido esto tan padre conmigo. Aquí sus nombres y foto (izquierda a derecha y arriba a abajo):

   
  • Brenda Domínguez
  • Víctor Velázquez
  • Alejandro Vázquez
  • Osiris Vázquez
  • Omar Vázquez
  • Ana Martínez
  • Nora Robles
  • Edgar Hernández
  • Belinda Domínguez
  • Laura Zavala
  • Karla Domínguez